APRENDER UN IDIOMA DEPENDE y MUCHO DE CÓMO TE LO ENSEÑEN


APRENDER UN IDIOMA DEPENDE y MUCHO DE CÓMO TE LO ENSEÑEN

El modo de enseñar un idioma es decisivo para desarrollar una actitud positiva o negativa frente al mismo.

 Seguro que todos, en mayor o menor medida, hemos dicho eso de 'no me gusta el inglés porque el profe no enseña bien'. Pese a que podría sonar a excusa, lo cierto es que la forma en que se enseña una lengua determina la actitud que tenemos frente a la misma y favorece o perjudica el aprendizaje.


Enfrentarse a un nuevo idioma es un reto que hay que superar; el primer estadio es confusión, ya que el nuevo idioma plantea palabras, términos, preposiciones, y otra serie de elementos que no hemos visto en nuestra vida, o que aunque hayamos visto o estemos familiarizados con ellos en nuestra lengua materna, pueden variar de un idioma a otro. Por ello, el papel del profesor es fundamental para que la experiencia de aprendizaje sea fructífera o se convierta en la más temida de nuestras pesadillas.


Hace algunos años, las clases de inglés de los institutos eran iguales a las clases de lengua, es decir, reglas, estructuras gramaticales, normas, todo muy programado y ordenado, pero sin ningún atractivo para el alumno. Era como aprenderse de memoria la tabla del 9, memoriza y memoriza... las investigaciones y avances dentro del campo de la lingüística y la enseñanza de lenguas extranjeras, han conseguido cambiar esa metodología de enseñanza hacia métodos más centrados en el alumno y no tanto en el contenido.


No basta simplemente con enseñar las reglas gramaticales o el vocabulario, sino que hay que conseguir que el alumno se sienta atraído por la lengua en sí misma. Buscar la familiaridad y cercanía con el estudiante es imprescindible para que éstos vayan a clase de inglés más motivados y dispuestos a aprender.


Otra de las claves es centrar la atención de los estudiantes. Está demostrado que determinadas tareas pueden generar fatiga y aburrimiento en los estudiantes, por tanto hay que lograr focalizar la concentración, con tareas o ejercicios que no lleven demasiado tiempo.


Como hablábamos, hacer una clase solamente basada en gramática puede ser de lo más tedioso para los alumnos; los profesores de idiomas se han dado cuenta que es mejor inferir y deducir las normas a través de ejercicios en los que pongan en práctica otras habilidades, que explicar explícitamente las reglas gramaticales. En la gran mayoría de los casos, los estudiantes señalan que este método es mucho más práctico e interesante más que se sentarse a copiar, y memorizar cual papagayo.


Pero no todo es cuestión del profesor únicamente, el espacio es también un factor vital para favorecer el aprendizaje. Las tradicionales clases en las que los alumnos estaban en fila uno detrás de otro, con una clara jerarquía con el profesor hacía que la distancia fuera mayor, y que la comunicación fuese menos fluida. Sin embargo, jugar con el mobiliario del aula poniendo a los alumnos unos frente a otros o en círculo, además de evitar muestras físicas de barreras entre el profesor y el alumno hacen que la comunicación sea más evidente, permitiendo mayor contacto docente-alumno.


Con todo y eso, cada profesor tiene que poner lo mejor de sí mismo para conocer a sus alumnos, saber qué les motiva a aprender idiomas y desarrollar actividades que se adapten a sus chicos, sacando su vis cómica cuando se requiera, su empatía en otros momentos y su lado más severo en caso necesario. En otras palabras, desdoblar su personalidad para adaptarla a las necesidades de sus estudiantes.

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